jueves, 10 de abril de 2008

a manera de presentación: quiero quemarme en El Infiernito…

FUE UNA ESPECIE DE SUERTE LO SUCEDIDO: NO esperaba tropezarme con nada maravilloso, o absolutamente maravilloso, es mas, no soporto las inconfundibles expresiones usadas por las guías de turismo, que quieren transarte con paseos a casas de "valor histórico" donde nació un poeta no leido o murió un prócer olvidado, como si fuera el lugar ideal para conocer en vacaciones. Caminar siguiendo la ruta como excursionista de colegio: lonchera en mano y maleta en la espalda cargada de mecato, bloqueador solar, repelente contra insectos, agua y cachucha NY para que el sol no nos estropee.

Llevaba tres días viajando, la noche anterior había pernoctado —me encanta utilizar este tipo de expresiones, lo hacen ver a uno más cosmopolita— en una pensión a media cuadra de la plaza principal de Villa de Leyva, una ciudad a 170 KM de Bogotá (Colombia) donde se grabó la vergonzosa telenovela “El Zorro”.

Las luces de navidad decoraban las calles, colgando de un extremo a otro para crear un cielo artificial de estrellitas blancas ordenadas con curiosidad.






Caminé por centros comerciales incrustados en viejas casas coloniales y disfruté de la música, la comida y el licor. La verdad no hacia nada distinto de lo que hace un turista desprevenido: tomar una cerveza aquí, picar por acá, mirar la gente tan "chistosa", tomar fotos para subir al Facebook (y que los amigos se mueran de la envidia) y caminar desprevenido en pantalón corto, camiseta de marca y chancleta de amarrar.

La mañana siguiente desperté con algo de sed… suficiente sed como para lavarme los dientes y ducharme en un segundo. Abrí las cortinas y la luz de la nueve de la mañana me golpeó la cara. El sol siempre es el mismo: atrevido y revitalizante.

Salté de la cama sin rumbo fijo. Reconocí las calles que la noche anterior me habían acogido. Turistas. Turistas y más turistas. Locales de artesanías a reventar de clientes, restaurantes de comida típica con las mesas servidas, niños corriendo por las calles empedradas, adolescentes despreocupados tomando cerveza (a esta hora de la mañana), mochileros chupando sol en la plaza principal, bicicletas reposando en las entradas, ancianos fumando y la cantina abierta.







No somos más que la cerveza que bebemos y estando en Boyacá cómo despreciar esta dulzura amarga que las grandes industrias de la cebada ponen al alcance de nuestras manos y a buen precio. Tomé la primera cerveza del día: 10 de la mañana. Inmóvil en la plaza, moviendo los ojos de arriba abajo, de izquierda a derecha. Humedecí un poco los labios con un trago corto de mi cerveza.





-- ¿Y ahora qué?-- Le pregunté a mi compañero de viaje, un viejo y querido amigo que respondió con una mueca que traduje en un: no sé… pero qué importa…





-- ¡bah, bebamos más cerveza!--, contesté.

De pronto se nos acercó una pequeña mujer: cabellos mal cuidados y vestido carmesí un poco holgado. No se nos ocurrió qué querría. Después de sonreír nos ofreció un hotel de la villa donde pernoctar (definitivamente me seduce esta palabra)



Le conté que nos íbamos y no teníamos pa`dónde ir.

-- Les tengo el mejor plan--, dijo con una sonrisita que parecía más una carcajada silenciosa.

-- Les voy a contar cómo llegar al valle de la fertilidad--, dijo la pequeña mujer.

Miré a mi compañero de viaje e hicimos cara de: eso no es pa`nosotros.

Lo primero que se me ocurrió fue un parque temático de esos que sólo se ven en Los Simpsons y antes que dijéramos algo la mujer soltó una joya que no esperábamos: son unas ruinas arqueológicas importantes… dijo.


¿Ruinas arqueológicas? Eso no estaba en el plan, bueno tampoco es que tuviéramos plan.





NO SABÍA DE LA EXISTENCIA de este lugar hasta esa mañana. Es uno de aquellos sitios cuya foto no cuelga en la puerta de vidrio de las agencias de viaje y si aparece en una guía de rutas turísticas no ocupa más de tres líneas.

Seguimos la recomendación y partimos hacia este destino, a seis kilómetros de Villa de Leyva, que recibe el nombre de Estación Astronómica Muisca, Parque Arqueológico de Moniquirá, Museo Arqueológico de Moniquirá o El Infiernito (el que captó mi atención)


Una travesía corta que nos llevó a conocer las ruinas de un observatorio astronómico que, con construcciones a manera de inmensos falos, rendía tributo al cielo, las estrellas, el sol y la vida.



QUIERO PRESENTARLES LAS ruinas astronómicas de El Infiernito, una prueba de la magnificencia de los pueblos que habitaban América antes que un pequeño hombre se le ocurriera llegar a la India por el otro sentido.

Bienvenidos… les aseguro no se quemarán.











falos




EL PENE HA SIDO elemento constante en las culturas que representan con él la fertilidad.


Antes del siglo 16 estuvo relacionado con lo mítico y se representó en diversos tamaños y formas.


Objeto de culto para los Muiscas, el pene representa el valor sacro de la sexualidad humana: símbolo de la fecundidad de sus mujeres y de la tierra.


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martes, 8 de abril de 2008

Villa de Leyva




ANTES DE LLEGAR A El Infiernito
disfruta de Villa de Leyva
una ciudad visitada todo el año por
miles de turistas, mochileros, excursiones, rebuscadores...




Este es un ejemplo de cómo suena la ciudad en
la plaza principal
un domingo de vacaciones
de fin de año de 2006.






villa de leyva DE DÍA

villa de leyva DE NOCHE

jueves, 3 de abril de 2008

Ubícate en el mapa... da clic para conocer el lugar exacto de El Infiernito

CERCA DE LA CIUDAD DE Villa de Leyva se encuentra
el Museo Arqueológico de Moniquirá,
también conocido como El Infiernito.
Ubicado en el valle de Saquenzipa.


MIRE el mapa y hágase una idea de cómo llegar.


Ver mapa más grande'>http://
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Instantáneas...

+ + + FOTOS...
VISITA el albúm de viaje
donde podrás ver los registros
de El Infiernito
+++ PRESIONA sobre el falo...

viernes, 21 de marzo de 2008

Cultura Milenaria




LAS MUESTRAS DE carbón vegetal
de diversos niveles de rocas sedimentarias
REVELARON que los sacrificios
y demás actos culturales y religiosos
fueron realizados en el curso de los siglos 6 y 7
antes de la llegada de Cristo.


ES CLARO que fue un periodo de gran esplendor para esta civilización.





Interior día tumba dolménica

Conocimiento Astronómico


Ruinas líticas (Observatorio)



LA ORIENTACIÓN exacta de este a oeste

de los monolitos de El Infiernito,

manifiestan el previo conocimiento, que poseían los Muiscas, de los movimientos del sol y de la luna.

Un ejemplo más del avanzado conocimiento de este pueblo.






Exterior día tumba dolménica

Tumba Dolménica



LA TUMBA EN FORMA DE pozo con una abertura frontal, fue clausurada con grandes piedras.




En este tipo de sepulcros, con un diámetro variable entre 90 y 140 centímetros, el cadáver era depositado con los miembros plegados.


silencio

otras historias





boleto de entrada







LLEGAMOS PRONTO A NUESTRO DESTINO, COMPRAMOS los boletos de entrada y fuimos recibidos por Eduardo Durán Moreno, el guía que acompaña los turistas que alcanzan a llegar a este desconocido lugar.

El horario de visitas va de nueve de la mañana a doce del medio día y de dos a cinco de la tarde, todos los días de la semana, incluidos domingos y festivos; y supongo, aquellos otros días cuando parece que nada funciona como semana santa, navidad, fin de año, día del trabajo… Es que si no es así entonces ¿cómo hacer que esta huella escondida de los Muiscas sea conocida y reconocida por los colombianos?

Martes a sábado
Domingos y días festivos:


9:00 AM --) 12:00 M

2:00 PM --) 5:00 PM


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EL INFIERNITO HA SIDO destruido y saqueado desde la llegada de los españoles. Brujería y perdición, una mirada reducida que satanizó la mística Muisca sin percatarse de la relación que existe entre la tierra y el cielo.


EL REY SOL sirve de energía y vida a nuestro planeta aunque los templos erigidos en honor a él fueron devastados por la insolencia de hombres y mujeres con egos tan grandes como su ignorancia. Desde el siglo 16 se han ido borrando, como los trazos de lápiz en una hoja en blanco, los vestigios Muiscas. Falos derribados hoy sostienen casas en distintos lugares de Boyacá, soportando con su firmeza y rigidez —haciendo las veces de columnas— viviendas de campesinos en áreas rurales o en la misma Villa de Leyva, donde algunas residencias de renombre cuentan con estos monolitos como una adquisición más junto al televisor, la lavadora o las obras de arte religioso del siglo 17.


No tuve oportunidad de visitar estos lugares, no tengo pruebas fotográficas de que así sea, pero lo dicen campesinos, habitantes del sector y hasta investigadores, arqueólogos y geólogos, en sus diversos estudios.


Es el caso de Manuel Ancizar en “Peregrinación de Alpha”, una obra escrita entre 1850-1851, cuando el gobierno nacional le confió la tarea de recopilar los datos geográficos y etnográficos de la zona comprendida entre Bogotá y Cúcuta, bajo la dirección de Agustín Codazzi.


En ella, se describe las ruinas de El Infiernito como un llano con algunas columnas clavadas en dos filas. Ruinas que se convirtieron en cantera para los pobladores:


“… SE VE UNA COLUMNA que parece entera, tendida sobre el terreno, midiendo cinco metros y medio de largo, que bien pudiera haber sido el tamaño original de las demás, cuyos fustes mutilados adornan los edificios de las inmediaciones, tales como el convento del Ecce-Homo edificado a dos leguas al occidente de las ruinas, contándose en el claustro 32 de estas columnas y la casa de capellanías fabricada en la plaza principal de Leiva y adornada con 12 columnas: otras 2 se hallan en el pueblo de Sutamarchán…” . [a]















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LA DISPOSICIÓN DE LAS columnas (Este — Oeste) indica que se trata de un lugar de observación solar, un calendario que marca los equinoccios y los comienzos de las dos estaciones de lluvia: el 21 de marzo y el 21 de septiembre.

“No es casualidad que el 24 de junio —día del solsticio—, el sol, visto desde la hilera de piedras, se levante exactamente sobre la laguna de Iguaque, lugar sagrado donde, según la mitología de los Muiscas, surgió la diosa Bachué, progenitora de los indios de estas comarcas”. [1]



Y es que siendo un territorio geocósmico donde se adoraba a la roca como parte de la naturaleza y alrededor de ella se realizaban ceremonias, ritos, siembras… El Infiernito era un lugar sagrado que ataba el sol y las estrellas a la cotidianidad de los Muiscas: sembrar, labrar, orar dependía de la información que el cielo prometía. Nada tenía que ver con adivinación, esto era conocimiento científico astronómico, todo estaba relacionado con el cosmos, conexión entre el cielo y la tierra.








Otro secreto a voces de El Infiernito y todo el valle es la oleada de fósiles de hace 150 millones de años, cuando esta zona era un inmenso mar. Fósiles que pueden conseguirse al lado de la carretera o rompiendo viejas rocas para llevar a casa como souvenir.





El Infiernito es un fuerte legado y prueba de la espiritualidad de la cultura Muisca. Sus avances sociales, astronómicos, religiosos y científicos también se evidencian en estas tímidas ruinas que cada vez recibe más visitantes, hombres y mujeres de distintas nacionalidades que se asombran ante este rígido vestigio.
Sólo queda invitarlo a vivir una experiencia que le ayude a erigir una imagen justa y orgullosa de lo que fueron nuestros antepasados. Civilizaciones por las cuales debemos llenar de orgullo nuestro corazón. Una invitación para valorar los vestigios de nuestra América precolombina.

Bienvenidos esta y todas las veces a El Infiernito…



[a] Ancizar Manuel. "Peregrinación de Alpha". Biblioteca banco popular Volumen 7. Bogotá 1984



[1] Gerardo Reichel-Dolmatoff. "Arqueología de Colombia". Un texto introductorio. Biblioteca Luís Ángel Arango.





mirando las estrellas

LA ERECCIÓN funcionaba como herramienta astronómico-religiosa.

LOS INMENSOS falos fueron testigos de
ceremonias, cultos, ritos mágicos
y religiosos.


ADEMÁS conformaron un espacio sagrado
de observación astronómica y
meteorológica.



ESTE SITIO ARQUEOLÓGICO es protegido

como área de reserva del Plan de Manejo Arqueológico

de los bienes a cargo de la Universidad Pedagógica

y Tecnológica de Colombia, con sede

en Tunja (Boyacá), e incluye

el Parque Arqueológico de

El Infiernito,

el Área arqueológica de la sede Tunja

y el Área arqueológica de

Sogamoso.